"El
orgasmo femenino auténtico no se produce ni en el clítoris ni en la vagina.
Tiene su origen en el cuello del útero.... El orgasmo
cérvico-uterino...difiere radicalmente de todos los otros placeres de
intensidad, en profundidad, en calidad, en ritmo sobre todo, en extensión. Es
más difuso. Termina por abarcar el cuerpo entero.
Casilda
Rodrigáñez. Pariremos con placer"
Podríamos
pensar que, por le hecho de ser mujer, sabemos mucho sobre la sexualidad de las
mujeres. Aparentemente todo es sencillo, o al menos es lo que se nos cuenta en
las películas o en los libros de técnicas para tener orgasmos (más es mejor,
dicen), es lo que aprendemos cuando somos jóvenes (que con estar enamorados es
suficiente) y, sin embargo, creo que no hay nada más sutil, difuso y complicado
de aprehender que la propia sexualidad.
Precisamente, porque la sexualidad nos conecta con los aspectos más sutiles y ocultos de nosotros mismas, es la puerta de acceso a nuestro mundo interior, nuestras limitaciones y, por supuesto, nuestro poder. Por eso ha sido perseguida, dirigida y castigada. La sexualidad de los seres humanos, pero sobre todo de las mujeres, presenta tal potencial de transformación, no solo de una misma, sino del mundo, que nunca ha interesado darle el espacio que merece. Si la generación de nuestros padres fue una generación que creció en la represión, no solo política sino moral y, por supuesto, sexual, de la dictadura; la de nuestros hijos navegan por las turbias aguas de la banalización y la superficialidad. Ambas estrategias tienen en común un punto: tergiversar la capacidad más elevada de la sexualidad humana.
Precisamente, porque la sexualidad nos conecta con los aspectos más sutiles y ocultos de nosotros mismas, es la puerta de acceso a nuestro mundo interior, nuestras limitaciones y, por supuesto, nuestro poder. Por eso ha sido perseguida, dirigida y castigada. La sexualidad de los seres humanos, pero sobre todo de las mujeres, presenta tal potencial de transformación, no solo de una misma, sino del mundo, que nunca ha interesado darle el espacio que merece. Si la generación de nuestros padres fue una generación que creció en la represión, no solo política sino moral y, por supuesto, sexual, de la dictadura; la de nuestros hijos navegan por las turbias aguas de la banalización y la superficialidad. Ambas estrategias tienen en común un punto: tergiversar la capacidad más elevada de la sexualidad humana.
Es
verdad que estamos a medio camino entre las bestias y los dioses. Somos
conscientes de nuestro destino final, la muerte, cosa que la mayoría de los
animales no hacen, lo que conlleva el inevitable dolor. Y con
la sexualidad nos encontramos en el mismo punto. Aún entendiendo que no solo
las pulsiones biológicas deben dirigir nuestra sexualidad (sin negarlas, por
supuesto, ya que son muy importantes), aún no hemos descubierto el maravilloso
potencial de transformación que en ella se esconde. El misterio sigue intacto.
La
educación que recibimos tiene como finalidad principal permitirnos
reconducirnos en una cultura y sistema determinados. Ser parte integrante de la
sociedad en la que nos desarrollamos es fundamental para la supervivencia y, en
la medida en que la sociedad está muy alejada de los parámetros de salud del
ser humano, implica necesariamente reprimir y cercenar nuestras capacidades
naturales. Ajustarnos a la media y ser como se espera de nosotras, sobre todo
durante la niñez y la adolescencia, provocan una profunda represión interior.
Con el paso del tiempo, esta sensación genera un malestar que no podemos dejar
de mirar. Debemos, entonces revisar nuestra biografía y asumir la acción que
nos devuelva al equilibrio.
Cuando
se toma conciencia profunda de este potencial que espera tras la sexualidad y
se compromete una a abrirse a la experiencia por completo, comienza a suceder
la transformación. Uno de los mayores límites que solemos encontrarnos son los
bloqueos a experimentar la totalidad de la experiencia, sin juicios y sin
resistencias internas. Darnos cuenta de estos bloqueos, de la necesidad de
cerrar determinadas partes de nuestros cuerpos a las sensaciones físicas, es ya
de por sí un gran avance en la reconquista del cuerpo como un espacio propio.
Pero permitirnos abrirnos a la totalidad del caudal energético, o de placer, o
de conciencia que la sexualidad nos trae es entrar de pleno en otra dimensión.
Abrazar
el placer
Uno
de los mayores problemas que encontramos para permitirnos esa apertura es que
nuestro cuerpo está habitualmente estresado. Vivimos rápido y estamos
acostumbradas a una gran cantidad de estrés. Además, desde los medios de
comunicación y la sociedad se nos presenta un cuerpo-objeto: un cuerpo sujeto a
la experiencias externas, pero incapaz de dar respuesta por sí mismo. Al
final, terminamos identificándonos con nuestra mente, negando al cuerpo y la
información que aporta. En general, debido al estrés, nuestro sistema simpático
está activo la mayor parte del tiempo y esto provoca profundos cambios físicos
en nuestro cuerpo (desde dolor en la menstruación o el parto o debilidad en el orgasmo), pero
también en ámbitos más sutiles.
Por lo tanto, el primer paso para permitirnos abrirnos a nuestra sexualidad es comenzar a relajarnos profundamente. En este sentido, la relajación del útero, que es un tipo de relajación derivada del entrenamiento autógeno, es muy eficaz. Cuando accedemos a relajar profundamente nuestro cuerpo y, en concreto, el útero, que es un órgano muscular que está involucrado en el orgasmo femenino (como ya indicaron Master y Johnson en los años sesentas), pasamos a experimentar un tipo diferente de orgasmos.
Este tipo de orgasmos, que se producen en el útero, llamados orgasmos cérvico-uterinos, son mucho más poderosos, en el sentido de que nos permiten canalizar todo el caudal de energía libidinal que hemos movilizado previamente. Es, además, más placentero, ya que se extiende por todo el cuerpo y va derribando las barreras físicas que, producto de la represión, hemos ido creando a lo largo de nuestro cuerpo. Wilhem Reich denominaba corazas a estas tensiones musculares. Para él, la tensión muscular era la misma neurosis.
En la medida en que vamos permitiéndonos abrirnos más al placer y vamos derribando las tensiones musculares que nos impiden abrazar la totalidad de la experiencia es que vamos sanando profundamente nuestro cuerpo y nuestra alma de mujer. El sexo se nos presenta como una oportunidad única para explorarnos en muchos niveles y hacer del cuerpo-objeto, propio de los medios de comunicación o la educación restrictiva, un cuerpo-experiencia libre y poderoso con el que poder vivir el magnifico potencial que aguarda en su interior.
Por lo tanto, el primer paso para permitirnos abrirnos a nuestra sexualidad es comenzar a relajarnos profundamente. En este sentido, la relajación del útero, que es un tipo de relajación derivada del entrenamiento autógeno, es muy eficaz. Cuando accedemos a relajar profundamente nuestro cuerpo y, en concreto, el útero, que es un órgano muscular que está involucrado en el orgasmo femenino (como ya indicaron Master y Johnson en los años sesentas), pasamos a experimentar un tipo diferente de orgasmos.
Este tipo de orgasmos, que se producen en el útero, llamados orgasmos cérvico-uterinos, son mucho más poderosos, en el sentido de que nos permiten canalizar todo el caudal de energía libidinal que hemos movilizado previamente. Es, además, más placentero, ya que se extiende por todo el cuerpo y va derribando las barreras físicas que, producto de la represión, hemos ido creando a lo largo de nuestro cuerpo. Wilhem Reich denominaba corazas a estas tensiones musculares. Para él, la tensión muscular era la misma neurosis.
En la medida en que vamos permitiéndonos abrirnos más al placer y vamos derribando las tensiones musculares que nos impiden abrazar la totalidad de la experiencia es que vamos sanando profundamente nuestro cuerpo y nuestra alma de mujer. El sexo se nos presenta como una oportunidad única para explorarnos en muchos niveles y hacer del cuerpo-objeto, propio de los medios de comunicación o la educación restrictiva, un cuerpo-experiencia libre y poderoso con el que poder vivir el magnifico potencial que aguarda en su interior.
Si
deseas seguir profundizando en tu sexualidad, lee esto
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