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domingo, 19 de mayo de 2019

Hombres que hablan de mujeres

Desde hace un tiempo, observo con sonrojo como los hombres van cogiendo espacio en los ámbitos que tradicionalmente han sido nuestros. Me refiero concretamente a la maternidad, la sexualidad femenina y la espiritualidad enfocada en lo femenino (que la hay).

Así, encontramos foros de maternidad organizados por hombres donde la paternidad cobra una importancia inusitada, foros de espiritualidad sobre lo divino femenino organizados por hombres donde todos los ponentes, en un fin de semana intenso, son hombres (menos una mujer), orgasmos femeninos proporcionados por hombres, círculos de mujeres organizados por hombres y así...

Este fenómeno no es nuevo en el sentido de que los hombres (por educación) tienden a asumir los roles protagonistas. A las mujeres nos cuesta muchísimo más colocarnos en el centro del escenario, alzar la voz, nombrar con palabras propias la experiencia vital... Es un esfuerzo para nosotras lograr dar importancia a las cosas que nos parecen importantes de tan interiorizada como tenemos la desvalorización, no solo personal sino también como colectivo.

Pero es un fenómeno nuevo en el sentido de que, ahora que la crianza y la maternidad comienzan a ponerse "de moda", ahora que portear bebés mola, que ocuparnos de las emociones de los pequeños nos hace más inteligentes y nos diferencia de los que no lo hacen, ahora que criar con respeto es instagrameable (permitidme el palabro), ahora que hay un foco y la imagen queda bien, los hombres se dedican con esfuerzo a nombrar ese hecho, la maternidad, que aunque silenciada, al menos, era nuestra.

Y sé que lo hacen muchos con buena voluntad de aportar su visión, de rellenar nuestra ignorancia con sus conocimientos, de compartir su experiencia de hombre que "materna", pero, por favor, dejad de nombrarnos. Dejad de intentar poner palabras que señalen una experiencia tan animal, mamífera, emocional, intensa y desgarradora como es la maternidad porque, para empezar, no tenéis ni idea de lo que es. Podéis verla de cerca, como yo puedo sentarme en una obra de teatro en primera fila y emocionarme hasta la lágrima, pero intentar describir lo que siente el actor sobre las tablas sería inútil y ridículo.

Dejad de contarnos lo que sentimos, cómo nos sentimos, qué pensamos y con que realidad se encuentra una mujer que divide su cuerpo y su alma en dos con cada maternidad. No nos arrebatéis el momento ni la experiencia. Es un "mansplaining" (o macho explicación que diría la RAE) en toda regla, por más que venga edulcorado con la etiqueta de hombres sensibles. 

Sé que muchos hombres lo hacen desde la mejor de sus intenciones (a otros les podrá el afán de enseñarnos a ser mujeres), porque sentís que queréis explorar vuestro lado "femenino". Pues, bien, si queréis hacer tal cosa, tampoco es tan dificil. Podéis acompañarnos desde el respeto, en silencio, receptivos, apoyando, sin nombrar lo nuestro, sin asumir espacios que no os corresponden, sin ser organizadores, sin ser el centro de la escena, siendo secundarios, estando al servicio, asumiendo la parte invisible de la experiencia (toda experiencia tiene una parte invisible: lavar pañales, fregar los platos, limpiar vómitos y váteres).

Cuando publicamos en 2011 Una Nueva Maternidad, el hecho destacable fue que era el primer libro escrito por mujeres madres sobre la maternidad. En ese momento, no había en este país practicamente  producción cultural sobre la maternidad narrada en primera persona por las protagonistas. Han pasado muchos años y aún falta mucha más producción para que las mujeres podamos contarnos desde todos los ángulos. 

Y lo mismo pasa con la espiritualidad y la sexualidad de las mujeres: hombres masajeando el útero de las mujeres para que se relaje, hombres proporcionando eyaculaciones a las mujeres (antes todo giraba en torno al pene, ahora al ego masculino), hombres enseñándonos a conectar con lo femenino, hombres organizando círculos de mujeres, hombres hablando del divino femenino... y, con cada nueva vuelta de tuerca se me encoge más el estómago. 

No oigo levantar la voz sobre este asunto a mis compañeras, ¿les habéis quitado el micro?







1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo Mónica!! Yo lo venía observando también y sentía una rabia profunda de cómo un señor me va a explicar lo que siente el Divino Femenino...y gente siguiéndolo. Ya hay mujeres que estamos empezando a enseñarlo pero soy la primera en sentir esa falta de confianza de alzar mi voz. Yo me muevo en el espacio de la espiritualidad femenina y claro que resulta más difícil porque la presencia de un gurú o maestro a las propias mujeres las encandila; más que una misma mujer te habla de tu propia autoindulgencia, egoísmo o manipulación. Te sigo hace tiempo y disfruto. Gracias por tu presencia, siempre inspiradora. Aurora Duarte

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