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lunes, 13 de mayo de 2019

Los límites del sistema sanitario

Imagina por un momento que eres padre de un hijo adolescente que tiene riesgo de sufrir una enfermedad de riñon. Es solo un riesgo, no es que se haya desarrollado la enfermedad. Él no está, ni en peligro de muerte ni enfermo. Digamos que existe la posibilidad de que tu hijo adolescente sufra esa enfermedad.

Imagina que te proponen que dones uno de tus riñones a ese hijo al que, obviamente, amas. El médico te propone la operación para hacerla ya y tú, que amas a tu hijo, claro, y le darías la vida en caso de necesidad, pero temes las complicaciones de una operación o tienes fobia a los quirófanos o quieres pensarlo mínimamente, dices que vas a reflexionar porque no es una cuestión de urgencia y te vas a casa.

Imagina que cuando llegas a casa hay una patrulla de la guardia civil en la puerta con una orden judicial en la que se te obliga, porque eres el padre, a ir al hospital a hacer el trasplante de riñón en ese mismo momento.

¿Te imaginas a un médico pidiendo a un juez que dicte esa orden?

¿Te imaginas a un juez dictando la obligatoriedad de donar órganos de un padre a un hijo?

¿A qué no?

Entonces, ¿por qué cuando el protagonista es una mujer embarazada la gente tiene tan normalizado que esto puede ocurrir? ¿Por qué si no pueden obligarme a donar un órgano a un hijo, pueden obligarme a parir como yo no quiero? ¿Cuál es la diferencia ética? ¿En qué se escudan, qué artículo de la Ley de autonomía del paciente esgrimen? ¿Dónde está la lógica legal de esta actuación?

Cuántas preguntas y qué pocas respuestas. O sí, una sola: las mujeres embarazadas perdemos (por gracia de los valores dominantes) la personalidad física que otorga el ordenamiento jurídico que es la base por la cual somos susceptibles de adquirir derechos y contraer obligaciones. La mujer embarazada es un recipiente, un mero instrumento al servicio de la reproducción, un ente que deja en excepción los derechos de los que gozamos el resto de personas.

Habrá que mirar estas cosas... y seguir haciéndonos preguntas.




Si quieres saber más...





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1 comentario:

  1. Yo estoy horrorizada con la atención al embarazo que estoy recibiendo tanto en la Seguridad Social como en la privada. Ya me lo habían contado amigas que han sido madres antes, pero si no lo veo, no lo creo.

    Primero con el Triple Screening; desde el minuto uno me explicaron que si me daba mal, el recorrido era: si me lo pagaba de mi bolsillo test de adn fetal, si daba mal -> amniocentesis o biopsia corial-> y si daba mal decidir la interrupción del embarazo. Tanto en privada como pública les avisé de que solo iba a llegar al test de adn fetal, no quiero pruebas invasivas ya que no pienso interrumpir mi embarazo. Casi me lapidan.

    - Más de una vez me han recordado que he esperado mucho para quedarme embarazada (35). No han debido de leer mi historial...

    - Recientemente he tenido un susto, a las 15 semanas. Tuve un sangrado y tal y como me había indicado mi matrona, me fui a urgencias. Era de madrugada, entré directa porque no había nadie y la planta estaba tranquila. Una matrona me realizó una exploración vaginal "ya no sale sangre". Eso ya lo había comprobado yo. Me mandó vestirme y me dio un informe. Ante mi pregunta de si no me iban a hacer una eco para ver si el peque estaba bien, me dijo que la gine de guardia no consideraba mi caso como urgencia ginecológica. He perdido cuatro embarazos. Tenía el ecógrafo pegado a mi, pero no hubo manera. Me mandaron a casa (a media hora de coche del hospital) a las 5 am emplazándome a volver en tres horas para hacerme la eco en consulta. No pegamos ojo. ¿Puede haber algo más cruel? Por la mañana se confirmó hematoma, reposo absoluto. Y que si vuelvo a ver sangre corra al hospital ¿para qué? me pregunto yo.

    No sé, me dan ganas de saltarme las consultas y que no me vean el pelo. Falta empatía, tacto, todo. Estoy horrorizada. Con lo que le pasó a esta mujer se me pone la carne de gallina. Pero me creo que puede pasar, esto, y mucho más.

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