Las amigas

Si tuviera que hacer una sola cosa por mejorar mi bienestar, salud y felicidad sería tener más amigas más cerca. 

Ese tipo de amigas que te invitan de viaje (nena, ¿te vienes conmigo?) y te regalan unos días maravillosos llenos de propuestas, diversión y muchas risas. 

Amigas que te presentan a otras amigas de las que terminas enamorada después de reír hasta no poder más y ya se quedan en la nómina de amigas para siempre.

Amigas que te llaman por teléfono para saber cómo te va la vida y con las que terminas planeando un verano que incluye concierto de Residente.

Amigas que te escuchan sin juicio cuando más lo necesitas y te abrazan en silencio.

Amigas que te pasan su ropa. Esto es de tu estilo y yo ya no lo uso. Para ti.

Amigas que se hacen cientos de kilómetros para pasar a saludarte una tarde.

Amigas que están en otro país a las que dices, después de estar chateando una hora, oye, ¿nos llamamos un momento para saludarnos? Y dos horas después miramos el reloj y nos parece imposible que el tiempo sea tan chicle.

Amigas que se alegran por tus triunfos y que lloran con tus desgracias.

Amigas que te cojen la mano cuando caes y te aupan si desfalleces.

Amigas que te hacen la cena, si con las lágrimas no ves el fuego, y montan una cama en el salón para ti.

Amigas que te cocinan, te miman, te escuchan, te comprenden, te aman incondicionalmente. Te cuidan.

Amigas que saben reír.

Y soñar.

Y volar juntas.

Amigas, el gran amor.

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