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viernes, 27 de abril de 2018

Sentencia a la manada

La sentencia del juicio de la violación de la manada ya se ha hecho pública. No atribuye violación a la violación, sino abusos. Nueve años de cárcel para cada uno y a partir del tercer año (el año que viene) con posibilidad del tercer grado, o sea, a la calle.
¿Te imaginas una justicia donde se invirtiera la carga de la prueba en delitos sexuales? ¿Una en la que ellos (la manada) debieran demostrar fehacientemente y con hechos probados que efectivamente ella quiso/expresó/manifestó el deseo de meterse en el portal y que pidió uno a uno ser penetrada en cada uno de los orificios? No una justicia en la que la víctima deba demostrar que se resistió o no quería. No. Una justicia en la que el presunto agresor deba demostrar que efectivamente ella deseaba, expresaba, comunicaba su intención sin dudas. ¡Ah! ¿Que no te la imaginas? Se llama patriarcado.
No nos creen cuando decimos que no pudimos defendernos porque entramos en shock. Cuando contamos que creímos que, si nos resistíamos activamente, nuestra vida correría peligro. No nos creen cuando explicamos que ni se nos pasó por la cabeza tener relaciones sexuales y que fuimos presionadas hasta tenerlas. No nos creen porque la palabra de la mujer siempre ha sido devaluada y nuestra experiencia vital y nuestra mirada nunca han ocupado el espacio central en la toma de decisiones, tampoco en las jurídicas.
No nos creen porque la ley es tan machista como lo es la sociedad que la genera y los jueces que la hacen cumplir. No nos creen porque seguimos siendo ciudadanas de segunda. Y no nos creen, porque los hombres heteros que construyen las reglas, en su androcentrismo, nunca han estado en el lugar en el que estas cosas les podía ocurrir a ellos. Y la justicia, como la sanidad, son reproducciones a escala de los valores universales del patriarcado y su misoginia.
La sentencia de la manada es una mierda de sentencia que nos deja a las mujeres en estado de indefensión absoluta. Si cinco tipos te meten en un portal para violarte, la lógica jurídica misógina, espera que te resistas físicamente. Es decir, que pogas en juego tu integridad física para que después, si llegas viva, puedas denunciar por violación y no por abusos. 
La justicia debe de ser ciega, no cínica.

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