Dicen que el vínculo con la madre deja una huella de por vida. Es el que nos enseña lo que significa el AMOR y la INTIMIDAD. Los brazos de una madre son el espacio al que podemos regresar con el corazón abierto, sin miedo, sabiendo que encontraremos apoyo incondicional sin juicios ni críticas... o quizá no.
Quizá te sigues sintiendo como cuando eras niña en su presencia: se acumulan las emociones (inadecuación, culpa, torpeza o vergüenza).
Quizá te sientas culpable por todo lo que pasa a su alrededor.
Quizá hayáis cambiado los papeles y seas tú quien la materna a ella.
Quizá no tenéis comunicación o es distante y te sientes mal por eso.
Quizá te sientas manipulada emocionalmente o castigada y estás harta.
Quizá tienes una voz interior hipercrítica y super exigente contigo misma
y quieres dejar de autocastigarte.
Quizá tu madre te niega la adultez y a ti te gustaría poder situarte frente a ella como la adulta que eres sin ser invadida por todas esas emociones infantiles. Todo el trabajo de desarrollo personal que llevas encima, se desvanece en su presencia.
La madre es uno de los ejes vertebradores de tu particular constelación familiar
La relación con la madre es, sin duda, la relación más compleja, profunda y,
a veces, ambivalente que tendremos en la vida.
Puede llegar a marcarte profundamente.
En ocasiones, el conflicto con la madre se alza como una sombra sobre la vida de la hija que no se siente con la fuerza y la capacidad necesarias para tomar las riendas de su vida (profesional, afectiva, social, proyecto personal vital...)
y avanzar con firmeza hacia sus metas y propósitos vitales.
Si te pasa, es importantísimo hacer una revisión de esa relación que, en vez de ser nutritiva y satisfactoria, se ha convertido en una rémora y freno para el avance de tu vida (amor, trabajo, salud...)
No se trata de tener una relación con tu madre perfecta; se trata de que mantengas todos tus recursos internos intactos, como la adulta que eres. Que te afiances en tu autoestima.
Que ante ella puedas dejar atrás las emociones infantiles (rabia, tristeza, miedo, vergüenza, culpa...) y dar respuesta desde tu adulta, en el PRESENTE, a lo que está sucediendo AHORA y no en función del pasado.
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