Quien me ha oído en las charlas sabe que siempre cuento que cuando leí el libro de Casilda Rodrigañez "La represión del deseo materno y la génesis del estado e sumisión inconsciente" algo sucedió. El click que acompaña el cambio, la apertura, la mirada cambiada de eje. Me cambió porque me di cuenta de que ya no podía seguir viendo como "normal" lo que no eran más que reflejos del poder sobre mi y de mi sumisión "normalizada". Y entonces todo volvió a chirriarme, ya lo había hecho antes, pero ahora desde otro espacio en el que yo tenía más cabida. Damos por sentado que la sociedad se construye para mejor orden y funcionalidad y no concebimos que ese orden solo pueda ser debido a una mayor comodidad de unos grupos dominantes y que sirva a unos determinados valores concretos y, desde luego, superables. La competitividad es solo una manera de estar en el mundo, otra sería la cooperación. La sumisión sirve a unos fines determinados y no a otros. Si algo vengo observando desde que hace diez años comencé a rumiar sobre estos y otros temas es que la sumisión nos iguala a casi todas. Nos iguala en lo que decimos y lo que callamos, nos iguala en cómo lo decimos y desde dónde. Sumisas incluso en la insumisión, respondiendo siempre a valores de fuera, reaccionando a lo externo, en vez de escogiendo el camino desde el centro de una misma. Si no fuera mujer, si no fuera hombre ¿qué haría en la vida? Si no estuviera sujeta a mandatos de género, si pudiera ser o no ser madre, si pudiera trabajar en lo que quisiera ¿en qué lo haría? ¿Qué sería, a qué dedicaría mi tiempo? Si hubiera crecido sin limitaciones ¿qué hubiera desarrollado mi alma? ¿A quién habría amado? ¿Con quién pasaría mi tiempo? Responder a esas preguntas y comenzar a caminar en la dirección que deseo, a eso le llamo tener poder.
Mi propuesta es que, llegadas a un punto, en vez de continuar chocando con el cristal del patriarcado (que existe) para acceder al otro lado creyendo que allí nos espera un mundo mejor, podemos sobrevolarlo y decidir nuestro propio vuelo, más allá de los roles, creencias y estereotipos asignados. Podemos volar lejos o quedarnos cerca, ser mariposas o gusanos, podemos subir o posar los pies en la tierra... quizá haya herramientas que alejadas de la razón (tan superior ella) no estemos utilizando. ¿Qué tal si volamos con la imaginación?
Vale, no deja de ser un artificio mental pero, ¿qué crees que son las ideas que tienes sobre ti y el mundo?
Si no tuvieras miedo, si creyeras en ti misma, si no hubieses sido mujer en un entorno patriarcal ¿Qué harías que no estás haciendo?
* Poder (empoderamiento): acción de tomar decisiones en la vida bajo criterios propios.
Me encanta
ResponderEliminarMe encanta. Yo también sentí lo mismo cuando leí ese libro. Hubo un antes y un después, y nunca volví a ser la misma, ni a mirar el mundo de la misma manera.
ResponderEliminarMe encanta. Yo también sentí lo mismo cuando leí ese libro de Casilda Rodrigáñez. Yo también tuve ese click. Y nada volvió a ser igual: ni mi visión del mundo, ni la de mi maternidad, ni la de la sociedad. Nada. Fue como acostarse sobre un colchón nuevo y firme y notar la alineación de las vértebras de mi espalda. Fue algo físico, emocional, racional... Ese libro abarcó todo mi ser, Mónica. Gracias por rescatarlo para este post.
ResponderEliminarCreo que habria estudiado medicina para ser psiquiatra o quizá me hubiera gustado ser matrona. O haber tenido siete hijos en lugar de uno solo. Es una respuesta rápida, de todas maneras tus preguntas (y tu entrada) merecen dedicarle un buen tiempo
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