Ayer llega mi hija de nueve años del colegio y me
dice:
- Mi amiga X me ha dicho un secreto, si un chico te pega es que le gustas.
Después de dar las explicaciones que imaginaréis me quedo dando vueltas en la
cabeza, pensando cómo es posible que a día de hoy todavía se mantengan estas
viejas ideas que creía caducas. Me quedé pensando en la violencia de género, en
las mujeres muertas, en las relaciones de pareja insanas, en tantas vidas
atrapadas… Y entonces caigo en que la base de esas
creencias, como de tantas otras situaciones en la vida, sigue siendo una
crianza y una educación autoritaria y una relación con los padres problemática
y conflictiva. Desde que la niña nace le contamos que la queremos mientras la
chantajeamos, e, incluso, a veces, llegamos a la violencia física, imponemos
nuestro único criterio, no la dejamos hablar ni expresar. Con una mano mecemos
la cuna, con la otra tapábamos su boca. Con una mano, le damos la comida, con la
otra la moldeamos para que sea una niña buena ajena a sus necesidades y
sentires.
Nos dedicamos en cuerpo y alma a hacerla dócil,
necesitada y sumisa. Y, sobre todo, nos empeñamos en que deje de gustarle lo que
le gusta, deje de pensar por sí misma y de sentir su propio cuerpo. La
asexuamos y no le permitimos que conecte con su propio deseo y placer. Cuando llega la adolescencia, esa niña no sabe quién
es ni lo que quiere y, con una naturalidad que nos deja asombradas a muchas, se
embarca en la complicada tarea de ser mujer en este mundo. Por el camino, se
encontrará con chicos primero, después serán hombres, que repetirán con ella el
mismo aprendizaje, las mismas consignas. Él habrá aprendido que si quiere a una
chica, la tendrá que chantajear, controlar e, incluso, pegar. Y ella habrá
interiorizado tan profundamente que "quien bien te quiere te hace llorar" y habrá
perdido todo contacto interno con el sentir, que quedará atada de pies y manos
ante la violencia y no sabrá ni poner nombre a lo que siente.
Hay que crear otra educación y relacionarnos con
nuestros hijos desde el amor y el deseo
para que el día de mañana ellos sean capaces de discernir qué es amar y
que no e, imprescindible, qué
sienten y desean en su interior. Entonces, como de un mal sueño, podremos despertar
de las relaciones violentas.
¿Te interesa leer más sobre relaciones y mujer? El poder femenino
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