Hace algunos
meses me entrevistaron en un programa de radio. En un momento dado, la
entrevistadora me espetó:
- Ví una pintada
en un muro que rezaba: Antes puta que sumisa. ¿Qué opinas?
Miley Circus
parece encarnar en sí misma está extraña y algo desaforada sentencia. La
princesa Dysney, Hannah Montana, llegada la mayoría de edad, se empeña una y
otra y otra vez en dejar atrás la imagen sumisa y denigrante de niña objeto que
la industria musical y audiovisual y sus padres habían reservado para ella. Y
en un acto de valentía e inconformismo (me imagino que pensara) se empeña en
ofrecernos una imagen de mujer dura, hipersexuada y macarra. Se pasea por los escenarios ligera de
ropa contoneándose de forma que deja poco margen a la imaginación o en videos
musicales, literalmente, desnuda. El espectáculo no es que provoque (si esta es
la intención) es que ni siquiera provoca deseo o tensión sexual, puestos a
provocar…
Me viene a la
cabeza la historia de Marisol, convertida en Pepa Flores mediante el correspondiente
desnudo en revista y alguna que otra película de la época. Es interesante como
la industria audiovisual (una de las más influyentes en la creación de la
iconografía social) nos transmite
estos estereotipos una y otra y otra vez. Parece que solo pudiéramos elegir
entre ser putas o ser sumisas. En
realidad, la industria juega con ventaja (y por eso la joven Miley sigue ahí) porque
la supuesta transgresión no es más
que una nueva forma de sumisión que además en este caso se nos ofrece como
voluntaria o interna, con origen en la propia mujer y no externa, como ocurría
en el caso de la niña Hannah. La joven Miley no sabe o no alcanza a comprender
que sus caderas y centímetros de piel desnuda no abanderan su libertad, sino
que clavan aún con más fuerza en el imaginario colectivo la imagen de la mujer
como objeto sexual y de entretenimiento.
No comprende que no solo no provoca, sino que está remando a favor de la
misma industria y los mismos valores con los que aparenta luchar. La chica de
mirada asustada y dientes blancos, quizá algún día comprenda que la respuesta
no es elegir entre ser puta o ser sumisa; sino en Ser quien una, con toda su
dimensión, intensidad y profundidad, desee. Porque puestos a elegir ¿quién
quiere ser puta o sumisa?
Me ha encantado tu artículo...es curioso esa esclavitud interna, que ni nos enteramos que la tenemos, porque, entre otras cosas, está muy bien visto socialmente, que ni nos enteramos que la tenemos..
ResponderEliminarFantástica entrada sobre el caso Miley que suscrito totalmente...confio que llegará el día en el que no tengamos que etiquetarnos ni interna ni externamente y cada una/o experimentemos la vida libremente...a mi ese día ya me ha llegado y me siento muy agradecida por ello.
ResponderEliminarGracias por tus entradas, todas ellas muy interesantes.
Una gran reflexión Mónica ¡Qué fácil es perderse en esta sociedad en esos dos extremos! ¡Qué difícil salirse del camino y mostrarse sin trampa ni cartón! Pero reflexiones como la tuya creo que nos animan a todas a conocernos y mostrarnos como somos ¡Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarUna gran reflexión Mónica ¡Qué fácil es perderse en esta sociedad en esos dos extremos! ¡Qué difícil salirse del camino y mostrarse sin trampa ni cartón! Pero reflexiones como la tuya creo que nos animan a todas a conocernos y mostrarnos como somos ¡Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarEn un principio pense lo mismo exactamente hasta que alguien me dijo ¿y si ella es asi realmente? eso me hizo reflexionar en que caba la posibilidad de que Myle este disfrutando de esta neuva imagen que proyecta y de que en este momento de su vida ella se sienta así como se muestra.
ResponderEliminarCaridad
Sí, yo también siento pena al ver a Miley, ahí perdida... entre tiburones... ojalá lograse sintonizar con su brújula interior para encontrar su propia dirección, pero ése es un deseo mio.
ResponderEliminarDespués de siglos de represión, vemos que la libertad no está en la desnudez, ni en la exhibición pública de nuestra sexualidad, ya que a veces puede ser un acto de libertad, sí, pero en otros contextos también puede ser un acto de sumisión, someternos una vez más al deseo del otro (¿quién dijo que las prostitutas no son sumisas?).
Al final, vemos que la libertad la encontramos en nuestro interior; en liberarnos de nuestros bloqueos y limitaciones para ser quienes verdaderamente somos y expresar esto con libertad.
Sin duda, muy interesante tu visión.
ResponderEliminarComo hombre, ni un rol ni el otro me atrae, y valoro más a quienes son fieles a si mismos y definen con sus elecciones lo que serán.
Nunca vería una película de esta chica, o escucharía su música, y si opto por actrices y cantantes que más allá de roles, buscan ser ellas mismas.
Un saludo
No es así cómo me imagino una mujer de poder. Pero si lo que quiere es vender lo que sea, está equivocada.Espero que se dé cuenta alguna vez.
ResponderEliminarNo es así cómo me imagino a una mujer que toma su poder. Espero que alguna vez se dé cuenta.
ResponderEliminarIneresante, reflexionaré sobre ello :)
ResponderEliminarIneresante, reflexionaré sobre ello :)
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarNo tiene que ver con este post, pero me parecía que este link, y el libro que menciona, te podía resultar interesante...
http://www.brainpickings.org/index.php/2013/09/23/naomi-wolf-vagina/
Un saludo!
D. Altit.
Excelente articulo. Gracias!
ResponderEliminarLo comparto con tu permiso
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