Desde hace algún tiempo acompaño a un grupo de mujeres en lo que he venido llamando Clases de relajación para embarazadas. Se trata de facilitar herramientas de relajación y prácticas de relajación para que puedan parir de forma relajada en contacto íntimo consigo misma. Hacemos relajación profunda, nos conectamos con el bebé (o los bebés) y aprendemos a entrar en nuestro cuerpo de forma consciente, parando la mente y disfrutando con el estar.
Mi sorpresa ha sido mayúscula. Desde el primer día observo con estupor como la principal fuente de estrés de la mujer embarazada proviene de... los controles médicos. Había escrito cuidados médicos, pero no, la pauta habitual de la sanidad en este momento es el control del embarazo. Y suena bastante soberbio si lo miramos con detenimiento porque hay cuestiones que, sencillamente, no se pueden controlar. A veces la medicina salva vidas, a veces no, a veces consigue una curación a veces no... hay cuestiones que son, por naturaleza, incontrolables. De hecho, las revisiones periódicas a las que se somete a la embarazada no implican necesariamente que en caso de enfermedad o complicaciones éstas puedan ponerse bajo control.
La cuestión es que desde que la embarazada sabe que está embarazada comienza una serie de periplos por matronas, comadronas, médicos de cabecera y ginecólogos hasta llegar al momento del parto. Cuando termina la gestación, la embarazada tiene una libreta sanitaria llena de fechas, números y resultados. Parece que se examinan semanalmente. Las frases: "El viernes tengo una eco y no sé si estará de nalgas o no..." "Me han dicho que no crece demasiado y que igual me lo tiene que sacar..." "El ginecólogo me ha dicho que es demasiado grande y que quizá termine en cesárea..." "La curva de glucemia me ha salido alta..." "En el último análisis tengo anemia y me han dicho que..." "He cogido demasiado peso y ahora no puedo comer..." "Me han dicho que tienen que hacerme unas pruebas de..." introducen a la madre en un estado de alerta y estrés, de no dormir y preocupación que no hace ningún bien a ella ni a su bebé.
Los cuidados del embarazo están más o menos claros: una buena alimentación, hábitos de vida saludables (no fumar ni beber alcohol u otras drogas), algo de ejercicio suave, descanso adecuado, tranquilidad de ánimo... que por cierto, es lo que cualquiera desearía para su vida y que son aplicables para cualquier persona. Lo que no les dicen los médicos es que no se preocupen. Al revés, parece que hay un esfuerzo (inconsciente espero) por poner los pelos de punta a las mujeres. Tengo amigas a las que le dijeron en una ecografía: "Su hijo tiene quistes en el cerebro" Con esa frase a la madre se le cae el mundo encima. Tiene que ir corriendo a internet y consultar o, si tiene alguna amiga pediatra, llamar urgentemente para que le expliquen. Podíamos haber medido las pulsaciones de esa madre en ese momento y sus niveles de cortisol en sangre.
A una de las mamás del grupo, con su bebé de 33 semanas en posición transversa, le avisan de una posible cesárea porque la bebé es muy grande y no puede darse la vuelta. A otra mamá del grupo con el mismo tiempo de gestación y su bebé en posición cefálica le dicen: "Bueno, ahora está así, pero todavía queda mucho y se puede dar la vuelta varias veces..." Parecería que hay un intento por evitar que las madres salgan felices, confiadas y tranquilas de los controles médicos. Siempre hay un pero, una sombra, una posibilidad que empañan esta alegría. Y entonces, la madre, llega a las clases de relajación y habla y suspira y llora y se conecta con sus bebé y le invade una seguridad que el entorno parece negarle. Nadie está libre de que nos suceda algo no deseado, pero vivir el embarazo desde la tensión, la culpa o la amenaza no ayuda a nadie. Mucho menos, a las mujeres embarazadas y sus hijos.
Y otro post de Silvia (La mamá corchea) contando su experiencia: Girar y girar
Es verdad! Estoy muy deacuerdo! Nos ponen el miedo en el cuerpo y a veces por tonterias!!
ResponderEliminarHola Mónica, gracias por hacer esta reflexión.
ResponderEliminarCreo yo que la cuestión es que dejamos nuestra salud en manos externas: la medicina, el médico, los medicamentos, las pruebas, los números, las cantidades, las posiciones...
Y todo ello se resume en una posición científica que hemos asumido entre todos como la única, la importante, la mejor. Yo no la considero una posición inútil, o inválida, o incorrecta.De hecho, yo he crecido en un ambiente científico, he estudiado una carrera científica, etc.
Creo que esta postura ha ayudado mucho y ha aportado mucho, y sigue haciéndolo. Pero también creo que es parcial. Creo que estaría bien si le diéramos cierta relatividad.
Hay ejemplos de diagnósticos médicos opuestos ante las mismas pruebas, lo cual (entre otras cosas) ya debería habernos mostrado que no se trata de una ciencia exacta, ni única, ni la mejor. Que depende. Todo depende.
Pero, está claro que cuando estamos embarazadas, estamos en una situación especial, de sensibilidad (pero también de poder) y a veces nos resulta más difícil salirnos de ese dictamen médico (que parece una sentencia irrevocable) y ver las cosas con perspectiva...
Igual ocurre cuando tenemos el bebé... si estamos de verdad conectadas con el bebé, sabemos si está bien o no, un médico, o una terapeuta, o una abuela, o una amiga, o la alimentación, o el ejercicio, o la relajación, o cierta sustancia, pueden ayudar... pero la verdadera respuesta está en nosotras...
Verlo con una perspectiva relativa ayuda mucho, o eso creo yo.
Un abrazo muy grande. Noemí.
Gracias Monica. Totalmente cierto lo que cuentas.
ResponderEliminarPero yo me pregunto. Las mujeres no se cuestionan y se informan???? La mujer ha de pasar a se más activa. Al fin y al cabo, va a ser la que va a parir.
Sí, si que se preguntan y miran y buscan... pero la información que ofrece un médico que mira a tu hijo con una ecografía sigue teniendo poder y, hasta que no llegas a casa y buscas y llamas... han pasado unas horas. Y siempre queda la duda... ¿será verdad que...?
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo tanto contigo, Mónica, como con los otros comentarios.
ResponderEliminarHice un taller contigo en octubre en Madrid, y estoy embarazada de 17 semanas.
Cada vez que voy al ginecólogo salgo al borde las lágrimas o con ellas ya puestas. No me explica nada, tengo la sensación de estar en otro planeta y encima en la última visita me dice que como soy bajita me va a tocar cesárea... ¿Lo sabe ya, estando yo de 4 meses? ¿O es que me la quiere hacer porque le sale más a cuenta? (es privado)
Siento que estoy en una lucha particular contra el mundo, cuando me gustaría sentirme arropada por él ¿Tan dificil es dejar de asustarnos y que el personal médico nos trate (tanto a embarazadas como a no), con comprensión y tacto?.Esta manera de hacer las cosas no beneficia a nadie.
Lo que me extraña es que tan poca gente lo vea, a veces ni siquiera nosotras, y esto nos parezca "normal".
Puntos claves me parecen relativizar e intentar cambiar las cosas que no nos gustan. Intentarlo nos hará sentir mejor, al menos eso espero, aunque sé que no siempre se consigue.
Yo por mi parte, me cambio de ginecólogo. Después de 3 meses así, no aguanto más. Espero tener suerte con el siguiente y encontrar un poco de tranquilidad.
Un abrazo a todas y gracias Mónica, por poner palabras y forma a lo que siento, sentimos.
Eva Navarro
Gracias Mónica!
ResponderEliminarEste post me llega en el mejor momento...
Un abrazo
Que verdad!Este es mi segundo embarazo,estoy de 20 semanas y hasta el momento todo marcha bien,pero no fue así,mi primer embarazo aunque tuvo un final felíz.Hubo momentos que me hicieron sentir,y no a mí sola,si no a todas las mujeres que esperabamos en aquellas salas;como si fueramos ganado,olvidandose de nuestros miedos y preocupaciones.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo!!
ResponderEliminarY lo más triste es que, simplemente con un poquito de empatía por parte del personal sanitario, las cosas podrían ser muy diferentes...