Hace pocos días celebramos un Encuentro on-line de Mujeres para Latinoamérica y el resto del mundo. El Encuentro surgió por el empuje de dos mujeres, Erica Vanina (Mujer íntegra) y de Eva Darias (Editorial Ob Stare). En este taller virtual pusimos en marcha y exploramos toda la tecnología de la que disponemos actualmente para la formación a distancia. Y, sin habernos dado cuenta, hicimos una de las cosas que más me gustan hacer: utilizar los recursos del sistema para con ellos crear una realidad diferente. Y quiero señalar hoy que fuimos tres mujeres (profesionales y empresarias) las que pusimos en marcha este proyecto porque creo que es importante señalar que las mujeres debemos tomar la iniciativa económica, política, cultural, social... que nos corresponde para cambiar el mundo. Para, también desde dentro del sistema, ir creando nuevas alternativas.
Y esta es mi reflexión después de haber finalizado el curso:
¿Cuándo vamos las mujeres a tomar las riendas de nuestra vida y nos vamos a dar la oportunidad para contar la realidad tal y como la vemos?
A mi, siendo la pequeña de mi casa, me solía pasar que cuando explicaba mi modo de ver la vida, éste solía quedar rebajado, reducido o ridiculizado. Claro, yo no sabía de macroeconomía pero no entendía (y sigo sin hacerlo) porque hay que destruir los excedentes alimentarios del primer mundo antes que repartirlos a los hambrientos... ya sé, ya sé... la oferta y la demanda... pero igual me sigue pareciendo una brutalidad. Yo no entendía de política, pero me indignaba (ya con diez años) el lujo en el cual vivían los políticos a costa de los ciudadanos (coches oficiales, comidas, palacetes, pensiones...) Yo no entendía de corrientes ideológicas, pero me molestaba esa silenciosa presión de lo masculino como lo bueno en mi vida y lo femenino como lo aburrido...
Y así, poco a poco, el pensamiento crítico (y avanzado diríamos ahora con la que está cayendo) fue quedándose en mi interior, reduciéndose al pragmatismo de lo que la vida es (o se suponía que era, ahora que en España la crisis nos muestra cuán equivocado era el sistema). Y, de alguna manera, renuncié a mirar la vida con mis propios ojos y me asimilé al discurso oficial. La economía es así (capitalista), la sociedad es así (egoísta), las relaciones son así (machistas)... Y de alguna manera viví con la protesta interior, pero me integré al pensamiento único que a finales del siglo pasado y principios de éste era prácticamente omnipresente.
No fue hasta el nacimiento de mi hija que mi mirada se volvió abrir de nuevo. Desde entonces, es mi palabra y mi voz la que hablan y mi pensamiento me parece tan válido como el de cualquier otro. Yo sueño con vivir en otro mundo en el que la base de la economía sea la solidaridad, en que la política se fundamente en la cuidado de los ciudadanos, en el que las relaciones se equilibren a través de la aceptación y el respeto. No sé si es pedir demasiado y si algún día llegaremos a vivir en una sociedad así, pero lo que no estoy dispuesta a hacer, por ahora, es a callar. Lo que ya no entra en mi planes es dejar de contar el mundo tal y como yo lo veo. Lo que ya no es posible es que deje de trabajar para conseguirlo. Y a eso, si queréis, le llamamos empoderamiento.
Me he quedado de piedra. Me he visto reflejada en cada frase, en cada párrafo...
ResponderEliminarOle. ole y ole!!!
ResponderEliminarAsí se habla y se lleva a cabo la acción!
Gracias por compartir tus inquietudes y mostrar que hay otras maneras de ver, sentir y moverse por el mundo.
Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarEs hora de pasar a la acción.