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lunes, 27 de agosto de 2018

El miedo en las mujeres

Hablo con cientos de mujeres: jóvenes, mayores, profesionales, sin estudios, con doctorados, mujeres que nacieron en el seno de una familia católica o en una comunidad hippie, mujeres muy inteligentes y otras no tanto, casadas, divorciadas, solteras, hijas, madres, amantes, vírgenes, amas de casa, con trabajo, paradas...  y, como en una letanía, las mujeres contamos una canción conocida al mismo ritmo: tengo miedo.

¿A qué tienes miedo? A tener hijos, a no tenerlos, a comprometerme, a no encontrar a nadie, a la soledad, a la invasión de la intimidad, miedo al fracaso, al éxito, a defraudar a los demás, miedo a liderar una acción, miedo a aborregarse, miedo a la intensidad, al sexo, a la intimidad, al placer, a la muerte, a la enfermedad... miedo a la Vida.

El miedo nos acompaña a las mujeres en nuestra vida como un elemento propio, un material adherido a nuestro piel que nos acorta el paso y nos paraliza. El miedo, uno de los mecanismos de la naturaleza para la supervivencia de la especie, se convierte entonces en una trampa mortal. 

Tenemos miedo y tenemos, al mismo tiempo, el impulso de crecer, de experimentar, de salir de la pequeñez en la que encerramos todos nuestros potenciales dormidos. Nuestro cuerpo se encoge, se encierra en sí mismo, se empequeñece y nos grita que necesita respirar, que precisa abrirse al mundo para acceder a la Experiencia (en mayúsculas). En nuestras vísceras, en nuestro útero, podemos acceder a la huella del miedo. La buena noticia es que el cuerpo nos posibilita un acceso fácil para acceder a nuestros miedos. Es urgente mirar a los ojos al miedo, danzar con él, abrazarlo y liberarnos para expresar todo el potencial que habita en nuestro interior, en nuestro cuerpo de mujer. Saber que el miedo es una experiencia colectiva ayuda a poner en valor los propios límites. 

Dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender.
          Marie Curie (1867-1934) Física francesa.


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2 comentarios:

  1. “…tenemos miedo y tenemos, al mismo tiempo, el impulso de crecer, de experimentar, de salir de la pequeñez en la que encerramos todos nuestros potenciales dormidos…”

    Me resuena, lo comparto, me hace reflexionar… el miedo nos acompaña en el camino, una vez alguien me dijo:

    “mientras más te quieres más miedo tienes, más quieres protegerte”, nos queremos mucho pero de una forma que pesa,
    como la excursionista en la montaña, menos es más, una mochila más liviana pero eligiendo su interior con sentido común, es de más ayuda que una mochila mucho más grande y pesada donde metiste todo aquello de “por si acaso”…

    puede ser bueno, soltar las mochilas de vez en cuando si quieres ascender y simplemente seguir caminando…
    Gracias por tu post.
    Abrazos.
    maria

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  2. Hola Maria:
    Gracias por escribir y dejarme un texto que me ha hecho pensar: ¿Nos queremos mucho o nos queremos mal? Es decir, ¿queremos a nuestro personaje, las limitaciones, el drama, queremos aquello con lo que nos identificamos de nosotras mismas (la mochila) o nos amamos profundamente en nuestra naturaleza profunda, (a quien lleva la mochila)?
    Para mi que el amor es la herramienta básica para salir de la esfera del miedo, pero creo que la clave es el amor ¿a quién?

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