Cuando nos juntamos las mujeres en los Encuentros es inevitable que surja la cuestión de la crianza. Bien porque muchas de las mujeres que acuden son madres o desean serlo, bien porque el tema de la propia crianza, la que nuestros padres no ofrecieron a nosotras, sigue siendo una llaga que escuece y mucho. Muchas son las mujeres que se quejan de una crianza fría, con madres y padres ausentes, siempre trabajando o haciendo otras cosas con poca escucha por esa niña pequeña. Muchas mujeres se han sentido abandonadas y heridas en su infancia. Por eso trabajamos en los Encuentros con la niña interior, la devolvemos a su lugar y la cuidamos. Cuando las heridas sangran tanto, compromete la calidad de la vida de adulta.
A mi me gusta utilizar una técnica que se ha utilizado habitualmente en el chamanismo en otro contexto pero con un sentido similar. En los Encuentros animo a las mujeres a elevarse por encima de su propia historia y ver su biografía con perspectiva, como a vuelo de pájaro. Abrir el enfoque e incorporar en la foto de mi infancia el contexto social, la cultura y la Vida con mayúsculas. Cada experiencia humana posee al menos cuatros niveles de experiencia simultánea: física, emocional, mental y de conciencia. Cada una desarrollándose bajo sus propios principios, en sus respectivos campos; pero necesarias todas para comprender la profundidad y riqueza del ser humano.
Mi teoría es que la Vida se abre paso a través de la evolución. Así nuestros padres fueron los padres de la posguerra (Civil en España, II Guerra Mundial en Europa, crack bursatil de EEUU y sus consecuencias en latinoamérica...) en definitiva un panorama global en la que generaciones de individuos vieron amenazada su supervivencia física. La consecuencia de esto es que a nosotros no nos faltó el alimento. La generación de nuestros padres se enfocó en la alimentación como forma de garantizar la supervivencia de la prole y de ellos mismos. En las casas de España no faltaron las nocillas, panes bimbos, margarinas y demás alimentos que creímos eran necesarios. Nuestros padres se centraron en ofrecernos el alimento como forma de amor, protección y cuidado, aunque para proporcionárnoslo debieran enfocarse casi exclusivamente en el trabajo. En general, no tuvieron ni tiempo ni necesidad en desarrollar otras facetas. No cuidaron de nuestras emociones porque, sencillamente, no les tocaba. Las emociones no eran importantes. Lo que era importante era ofrecernos unos estudios y mantener una alimentación en un entorno cada día más industrializado en el que se sospechaba de continuo de lo natural: mejor biberón que pecho, mejor margarina enriquecida con vitaminas y calcio que la mantequilla de toda la vida... Lo importante era cuidar del plano físico.
Nosotras ahora nos enfrentamos a romper con la manera de criar de nuestras madres. Ahora nos reconocemos en unos textos que nos hablan de la maternidad respetuosa o la crianza natural. Para mi generación (por supuesto, no para todas y todos, pero comienza a avanzar con fuerza este modelo), lo importante en el cuidado de los hijos son sus emociones. Su cuerpo emocional. Cuidar de que se sientan respetados, no reprimir sus emociones, no castigar ni pegar... La clave de nuestra relación con los hijos no es el aspecto físico sino el emocional en este momento de la historia.
Me gusta pensar que nuestros hijos e hijas, con su historia emocional resuelta, diseñarán un nuevo mundo. Serán aquellos seres humanos que hayan sanado lo emocional quienes se abran a crear un mundo nuevo desde lo mental: nuevas ideas, pensamientos, inventos, arte... serán ellos los que construyan la realidad que viene. Lo que primará entonces será el aspecto mental.
Y me gusta pensar también que nuestros nietos y nietas serán los que exploren el campo de la conciencia y nos ofrezcan una visión más certera y auténtica del ser humano y la existencia.
¿Todos los padres y madres educamos así? No todos no. Está claro que en la historia de la humanidad nunca todos los seres humanos descubrieron a la vez las implicaciones de una acción o un hecho. Desde las sufragistas a los abolicionistas, por citar solo dos ejemplos bastantes conocidos, fueron unos pocos los que iniciaron la labor de difundir, ofrecer información, cuestionar las instituciones y luchar por el cambio. Aquí ocurre lo mismo. ¿Todas las criaturas de hoy en día son criadas con respeto? No, claro que no. Pero cada día hay más. Y lo que nos parece hoy una minoría va a convertirse en masa en no demasiado tiempo.
Me gusta pensar que la conciencia se expande en espiral y que no somos más que eslabones en el camino de la evolución, creando un puente entre la generación pasada y la futura.
Me gusta pensar que tienes mucha razón. ;)
ResponderEliminarahh. AME este texto, gracias :)
ResponderEliminarGracias! Nos vemos pronto :)
ResponderEliminarQue razón tienes en cuanto a que cada vez somos más que intentamos criar respetando al igual, qué suerte habernos dado cuenta...gracias y mil y una vez gracias...
ResponderEliminarGracias a todas.
ResponderEliminarEspero que nos veamos pronto, Edurne.
Gracias por tu trabajo Mónica, espero que la vida vuelva a unir nuestros caminos pronto. Muxux
ResponderEliminarGracias a ti, seas quien seas, espero que la vida nos una de nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola Mónica me ha gustado leer tu publicación, muy clara, natural, amena, además de sabias tus palabras. Un rayo de esperanza para el. Despertar de la conciencia. Amelia
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